El domingo 24 de abril por casualidad, ya que no soy un amante del tenis, pude ver como Rafael Nadal volvía a ganar por novena vez el Trofeo Conde de Godó en un partido de más de dos horas de duración y ante un rocoso rival como es el japonés Kei Nishikori.
He de reconocer que, si he visto algún partido de tenis, es gracia a Rafa Nadal, ya que me impresiona su capacidad mental para controlar las diferentes facetas del juego y llegar así a la victoria. Parece ser que desde hace un par de años (y a raíz de una operación) el deportista balear ya no era el mismo y había perdido la capacidad para ejercer el control sobre sí mismo que antes realizaba. Según se publicaba en prensa, al mallorquín se le aconsejaba buscar ayuda psicológica para poder seguir siendo el deportista exitoso que, según parece, había dejado de ser.
No sé si habría hecho caso omiso o por el contrario habría buscado la ayuda psicológica adecuada, pero parece ser que desde el triunfo en Montecarlo y el del domingo pasado, y según publica de nuevo la prensa, Nadal ha recuperado ese control mental, esas buenas sensaciones que le llevaban a lo más alto.
Muchas personas, a raíz del supuesto bajón deportivo de Rafa Nadal, se preguntaban ¿Por qué necesita un deportista la ayuda de un psicólogo?, ¿Cómo podría este profesional conseguir que el deportista se mantenga en la élite?
Los deportes tradicionales, de resistencia, o los que son de muy larga duración (y especialmente los deportes de riesgo o extremos), tienen necesidades psicológicas especiale. Sobre todo para tolerar esfuerzos intensos, repetidos y bajo ciertas condiciones determinadas de presión. Los deportistas de Alto Rendimiento Deportivo (ARD), cuyo factor limitante del rendimiento es físico-fisiológico (VO2max, Umbral Anaeróbico, Fuerza-Resistencia, etc.), se diferencian por tener unas características psicológicas muy potentes. Y ésto les hace ganadores (Sosa, 2009).
Con todo ello, podemos entender que para que un deportista dé el máximo rendimiento deportivo necesita controlar a un nivel óptimo las siguientes cualidades psicológicas:
- Control del nivel de activación (Ansiedad): Que permita actuar inteligentemente en situaciones competitivas cambiantes.
- Autoconfianza.
- Evitar pensamientos negativos: Asumir riesgos físicos y de responsabilidad sin pensar constantemente en los errores anteriores.
- Focalización de la atención.
Todo esto hace que la preparación y entrenamiento de las destrezas psicológicas en los deportistas sea crucial.
No tenemos que descuidar que las destrezas psicológicas hay que entrenarlas siempre (Tanto fuera como dentro del ejercicio). Un adecuado control psicológico es vital para cuando los deportistas se lesionan y, por tanto, afecta a su recuperación (Sosa, 2009). Así, atendiendo a los principales problemas de competición, definiríamos los siguientes indicadores de rendimiento en la faceta psicológica:
Problemas en el control del nivel de activación (Ansiedad pre-competitiva y/o competitiva):
Cada actividad y momento de una actividad requiere un nivel de activación concreto. Es obvio, por ejemplo, que a medida que se va acercando el momento de la competición, el deportista debe ir elevando progresivamente su nivel de activación de cara a encontrarse más alerta y preparado para responder a las demandas que se le van a presentar. Estar más relajado al empezar el partido sólo provocará deterioros en sus tiempos de reacción, así como a la velocidad de sus movimientos y la fuerza-explosiva. Por el contrario, estar altamente activado de manera prematura llevaría a un desgaste metabólico y nerviosismo innecesario. Es necesario tener la activación adecuada, según cada momento de la competición.
Falta de control de la atención – Factores que provocan deterioro atencional:
- Rasgos no verbales: Aspectos que se introducen en el pensamiento del deportista, desplazando su atención de las cuestiones verdaderamente relevantes para su rendimiento.
- Cambios en las expectativas de resultado: La incertidumbre que produce la alteración repentina de las metas fijadas por el deportista da lugar a la aparición de pensamientos de preocupación y duda, inevitablemente distractivos, además de generadores de ansiedad.
- Distracciones externas: Las reacciones del público, la presión de los medios de comunicación, etc.
- Factores ambientales ajenos a la tarea: Competir con un contrario de gran reputación, jugar con un material o ambiente que no se ajusta completamente a las preferencias del deportista, interrupciones en el descanso previo a la competición, etc.
Control de los pensamientos negativos: Lo que un deportista hace con sus pensamientos influirá decisivamente en su comportamiento antes y durante la actividad realizada. Tanto los competidores profesionales como los amateurs están sometidos a pensamientos negativos. Por lo tanto, no hay que dejar que los pensamientos negativos se alimenten de sí mismos, sino que hay que intentar usarlos para generar una solución, para desencadenar una acción positiva y correctiva.
Teniendo en cuenta la importancia no sólo del entrenamiento físico, sino también del entrenamiento en las capacidades psicológicas, cada vez es mayor la figura de un psicólogo en los diferentes deportes. En algunos de ellos ya se ha convertido en una figura imprescindible al igual que para algunos deportistas. Aún queda un largo recorrido para que la psicología tome un mayor protagonismo en el deporte, pero poco a poco parece que se va consiguiendo.
Por mi parte sólo me queda felicitar a Rafael Nadal por sus triunfos en este 2016 y si, como dicen en los medios de comunicación, ha vuelto a su mejor versión (que parecía haber perdido), le deseo que la mantenga el máximo tiempo posible.
Autor: Jesús García Vélez.