¿Qué sabemos sobre el TDAH?

Hoy en día escuchamos en muchas ocasiones la palabra TDAH. Pero, a pesar de tener tan presente este término, son muchas las personas que no saben realmente en qué consiste.

Prácticamente todos solemos usar el término hiperactivo para relacionarlo con el TDAH, refiriéndonos a aquellos niños con una actividad motriz por encima de lo normal. Y a su vez asociamos al niño hiperactivo con un niño con graves problemas de conducta, travieso y, en definitiva, malcriado.

Cuántas veces hemos podido oír de boca de padres o profesores las siguientes expresiones: “No para quieto en ningún momento”, “No parece escuchar lo que le digo”, “Siempre me desobedece, no puedo con él/ella”, “Se pasa las horas de clase distraído”, etc.  Sin embargo, los profesionales que trabajan dentro del campo de la psicopatología infantil, cuando hablan del término hiperactividad, se refieren a un cuadro sintomatológico de base neurológica que puede generar graves problemas.

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en su Manual de Diagnóstico Estadístico define el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad como:

“Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o desarrollo que se caracteriza por inatención y/o hiperactividad e impulsividad”.

El déficit de atención con y sin hiperactividad afecta a niños muy diversos, siendo más frecuente en los varones que en las niñas en una proporción de 10 a 1.

Como se puede ver en la definición aportada por la APA, dos son los síntomas fundamentales; a) Déficit de atención e b) Impulsividad e Hiperactividad Motriz. Por tanto, en la actualidad los expertos han acordado que se puede distinguir, dentro de los niños con hiperactividad, dos subgrupos con una sintomatología parecida:

– Niños en los que predominan los problemas de atención.

– Niños en los que predomina la impulsividad y la hiperactividad motriz sobre los problemas de atención.

La mayoría de los niños presentan un trastorno de tipo combinado con características significativas tanto de inatención como de hiperactividad e impulsividad. Sin embargo, no es infrecuente encontrar niños con una sintomatología con mayor predominio de déficit de atención y que carecen de sintomatología hiperactiva y, por el contrario, niños que carecen de sintomatología de inatención pero que presentan todos los síntomas de hiperactividad/impulsividad.

No obstante, la etiqueta TDAH se usa englobando a todos los niños como si fueran del tipo combinado, independientemente de dónde recaiga el mayor peso de la sintomatología. En resumen: Podemos encontrar a niños inatentos o hiperactivos o niños inatentos e hiperactivos, pero todos bajo la misma etiqueta, TDAH. Es ahí donde radica uno de los errores al hablar sobre este trastorno y por ello es importante, para los profesionales y para el paciente, separar los aspectos comportamentales de los cognitivos y emocionales, para adaptar de la mejor manera la terapia a las necesidades de cada uno.

Las diferencias entre la conducta desatenta y la hiperactiva, siguiendo los criterios DSM-V, se pueden catalogar en las siguientes características:

CONDUCTA DESATENTA EN LOS NIÑOS HIPERACTIVOS:

  • No presta la debida atención a los detalles o, por descuido, se cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (Por ejemplo, se pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).
  • Tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas (Por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clase, conversaciones o lecturas prolongadas).
  • Parece no escuchar cuando se le habla directamente (Por ejemplo, parece tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).
  • No sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales (Por ejemplo: Inicia tareas, pero se distrae rápidamente y se evade con facilidad).
  • Tiene dificultad para organizar tareas y actividades (Por ejemplo, dificultad para gestionar tareas secuenciales, dificultad para poner los materiales y pertenencias en orden, descuido y desorganización en el trabajo, mala gestión del tiempo o no cumple los plazos).
  • Evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (Por ejemplo, tareas escolares o quehaceres domésticos. En adolescentes mayores y adultos: Preparación de informes, completar formularios, revisar artículos largos).
  • Pierde cosas necesarias para tareas o actividades (Por ejemplo, materiales escolares, lápices, libros, instrumentos, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil).
  • Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (Para adolescentes mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).
  • Olvida las actividades cotidianas (Por ejemplo, hacer las tareas. En adolescentes mayores y adultos: Devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir a las citas).

 

CONDUCTA HIPERACTIVA-IMPULSIVA

  • Juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
  • Se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (Por ejemplo, se levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, en situaciones que requieren mantenerse en su lugar).
  • Corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: En adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto).
  • Es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.
  • Está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (Por ejemplo, es incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como en restaurantes o reuniones. Los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil seguirlos).
  • Habla excesivamente.
  • Responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (Por ejemplo, termina las frases de otros, no respeta el turno de conversación).
  • Le es difícil esperar su turno (Por ejemplo, mientras espera una cola).
  • Interrumpe o se inmiscuye con otros (Por ejemplo, se mete en las conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir permiso. En adolescentes y adultos: Puede inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen los otros).

 

Teniendo en cuenta estas consideraciones intentamos no caer en el error de considerar el problema de la hiperactividad infantil únicamente desde el punto de vista de la conducta, olvidando como mencionaba anteriormente los aspectos cognitivos y emocionales que implican este trastorno.

Autor: Jesús García Vélez.