Qué hacer para que un niño obedezca

Una de las preocupaciones más grandes y por la que los padres más consultan en las sesiones es la de la obediencia de los hijos. Son muchos padres los que tras una dura jornada laboral se frustran al llegar a casa y no poder tener un clima relajado, ya que sus hijos no les obedecen en cuestiones en principio sencillas, pero que finalmente se hacen un mundo y se termina perdiendo la paciencia, como por ejemplo ducharse, sentarse a cenar, ir a dormir, etc.

Aunque por el título de este artículo, parece que se ha descubierto la receta mágica para que los niños automáticamente obedezcan como simples máquinas, esto no es así. Cada niño es diferente y responderá a las exigencias del medio de diferente manera, lo que sí es importante tener en cuenta que lo que aquí se expone resultará útil para que los hijos no ganen continuamente todas las batallas que se planteen con ellos y poco a poco consigamos que no sea el niño quien se salga siempre con la suya.

A continuación, se exponen unos consejos para llegar a conseguir en casa este clima de calma que nos haga sentir menos agotados en el día a día con nuestros hijos:

  1. Graduar la exigencia. Cuanto antes le exijamos a nuestros hijos obediencia mejor, debemos empezar desde bien pequeños y con una exigencia gradual, por ejemplo, en principio en tareas que no exijan mucho para ellos y que incluso sean agradables para una vez afianzadas continuar con otro nivel de exigencia.
  2. Instrucciones claras. Las instrucciones que le demos a los niños deben ser siempre lo más sencillas y claras posibles, adaptadas a su nivel, con un tono de voz normal y sosegado.
  3. Instrucciones de una en una. De nada nos servirá dar las instrucciones todas a la vez, debemos evitar esta situación y empezar por una exigencia y una vez cumplida pasar a la siguiente.
  4. No repetir una orden más de dos veces. Los niños deben acostumbrarse a recibir las órdenes una o dos veces, ya que si nos vemos obligados a repetir lo mismo reiteradamente lo único que conseguiremos será alterarnos. Si a la tercera vez que damos la orden, esta “no es oída” por el niño debemos tomarlo como una desobediencia y presentarle la consecuencia oportuna por ello.
  5. Reforzar la buena conducta. Es preferible acompañar la buena conducta de los niños con elogios antes que, con reforzadores materiales, es decir, premios, aunque hacerlo de manera ocasional no creará ningún problema. El reforzamiento verbal y las muestras de cariño son los mejores premios.
  6. Castigar la mala conducta. Castigar es una palabra que a muchos padres no les gusta, pero es necesario que el niño sepa que sus acciones tienen unas consecuencias y éstas deben ser conocidas inmediatamente después de realizar la conducta. Una vez conocida o realizada la consecuencia no se debe aludir ni prestar más atención a la mala conducta, ya que obtener una atención extra puede ser el deseo del niño.
  7. Uso de técnicas conductuales. Las más conocidas son la economía de fichas y el carné por puntos. Las normas a cumplir en estas técnicas deben ser conocidas por todas las partes e incluso si existen más cuidadores. Deben estar en lugar bien visible y las normas deben ser sencillas y pocas. Se dan puntos positivos cuando se dé una buena conducta y negativos si la conducta es mala. Según los puntos conseguidos al final de la semana, se obtiene un premio o no.
  8. Evitar el castigo continuo. Es preferible ignorar en ocasiones una mala conducta que castigar continuamente, ya que los niños se vuelven inmunes hacia él.
  9. Evitar inferencias de otros familiares o cuidadores. Todas las personas que están también a cargo del cuidado de los niños deben ser informados de las intenciones que tenemos con nuestros hijos y lo que queremos conseguir, por ellos debemos ser tajantes con el plan y evitar todo tipo de inferencias en la medida de lo posible.
  10. Cumplimentarlo todos. Cuando en casa son más hermanos debemos tener en cuenta que todos deben tener sus refuerzos y castigos, cada uno con sus exigencias adaptadas a su nivel y edad, pero todos en casa deben saber qué consecuencias tienen sus buenos y malos comportamientos.

 

Por último, y diría que es lo más importante, la PACIENCIA. Debemos intentar mantener la calma siempre, ya que un adulto autocontrolado es el mejor espejo en el que un niño puede mirarse. La paciencia debe aplicarse en todos los consejos arriba expuestos, si nos frustramos con facilidad, no podemos luego exigir a nuestros hijos que sean pacientes.

 

Autor: Jesús García Vélez.