Despertar Nocturno Infantil, ¿Cómo combatirlo?

Uno de los trastornos del sueño que más se suelen consultar en las sesiones y de los que más preocupan a los padres es el despertar nocturno, el cual no solo es un problema que atañe al niño, sino que genera también en los padres sentimientos de frustración y desesperación intensos. Muchos padres comentan en consulta que se sienten agotados al tener que levantarse la gran mayoría de las noches a ver qué le ocurre a su hijo. Además, este acto de tener que levantarse en mitad del sueño, puede crea resentimiento en la pareja si es uno de los dos quién más se levanta para verificar que su hijo se encuentra bien, mientras que el otro duerme tranquilamente. Aquí llegamos al primer punto erróneo, ya que, si los padres quieren combatir este problema, es necesario que compartan las responsabilidades.

Las causas del despertar nocturno pueden ser muchas, sin embargo, la manera de tratar este problema es la misma, ignorar las llamadas de atención y hacer ver al niño que tiene que dormir en su cuarto y en su cama. En definitiva, intentar que el niño no se salga con la suya y ser constante en ello. Normalmente, antes de llegar a la consulta, los padres suelen intentar diferentes técnicas con sus hijos para conseguir dormir tranquilos, como, por ejemplo: Dejar la luz encendida, dejarla apagada, bebidas, galletas, ningún juguete en su habitación, una almohada, juguetes en su habitación, más mantas, menos mantas, música suave, más ruido en la casa, menos ruido, etc. y por último gritarle. Finalmente, en las diferentes sesiones con los padres siempre llegamos a la misma conclusión: Ser constante. Es mejor aguantar sin ceder hasta que duerma la noche de un tirón, cosa que finalmente siempre sucede.

A veces la actuación de los padres empeora la situación. Por supuesto que los padres no tienen un manual de cómo deben educar a los hijos y todo lo que hacen es por el bien de los niños, sin embargo, de manera inconsciente, se puede crear un problema mayor. La inconsistencia desconcierta a los niños. Si una noche el niño llora y los padres se lo llevan a la habitación, no deben esperarse que la noche siguiente el niño deje de llorar por sí solo y se vuelva a dormir.

Hay que tener en cuenta que los niños son especialmente sensibles a los estados emocionales de sus padres. Por ejemplo, si se está abrazando a un bebé que está llorando y uno se siente disgustado, los músculos de los brazos estarán tensos y rígidos y el bebé lo notará. A menudo dejará de llorar si una persona que no se inquieta con el llanto lo coge en brazos. A un nivel menos sutil resulta obvio que a un niño no le será fácil dormirse después de entrar tempestuosamente en su habitación, encender la luz, y decirle a gritos que le está amargando la vida a propósito. Algo que no sería de extrañar que se haya hecho alguna vez.

Por último, hay que tener en cuenta que para conseguir un sueño reparador y sin despertares, tenemos que conseguir higienizar el sueño de los niños y para ello podemos seguir los siguientes consejos:

  • Evitar las cenas inmediatas a acostarse e intentar que éstas sean ligeras.
  • Dejar que el niño exprese todas sus preocupaciones y las experiencias que quiera compartir para evitar que se acumulen y puedan desencadenar algún tipo de problema.
  • Procurar que el niño realice una actividad relajante antes de dormir, por ejemplo, leyendo un cuento, y evitando ver la televisión o jugar con videojuegos en las últimas horas de la tarde.
  • Darle un baño con agua templada antes de acostarse.
  • Cuando tenga edad para ello, acostúmbrele a que escriba en un diario las actividades que tiene que hacer al día siguiente, de forma que no le vaya a preocupar el olvidarse de algo.
  • Mantener una regularidad en cuanto al horario de sueño, procurando que diariamente duerma ocho horas como mínimo.

 

Autor: Jesús García Vélez.